Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes XXIV del Tiempo Ordinario. Juan 19, 25-27
María , Nuestra Señora de los Dolores
Hoy se nos llama a contemplar a nuestro Dios en dos grandes figuras: Jesús y María.
Por un lado, la figura de Jesús: en la cruz, colgado, torturado y agonizante, es capaz de pensar más en los otros que en si mismo: observa el dolor y la angustia de su Madre, la confusión de su discípulo, y le pide a este que cuide a aquella mujer. Ambos pueden ser de mutua ayuda. El corazón del Maestro no deja de enseñar: Jesús sigue siendo en mitad del dolor, el hombre para los demás.
Por otro lado, en la figura de María podemos encontrar la imagen del Dios materno revelado por Jesús: siempre fiel.
María a los pies de la cruz es la mujer fiel, Madre de Aquel que ya no puede más, de todos aquellos que ya no pueden más…y hay tantos en nuestro mundo.
Dios realmente desea vivir y experimentar el dolor tan grande que hay en toda la creación, en todo la humanidad. Comparte y vive con nosotros esa realidad. María es aquí imagen y figura de Él: siempre fiel, unido a todo el que sufre. María que no puede hacer nada, pero ahí está. Incondicional. Reflejo del amor de Dios, también incondicional.
María que, aunque no entienda (está viendo a su Hijo agonizar de la forma más cruel posible, torturado, maltratado, injuriado, golpeado) confía en Dios. Hundida en el dolor, confía y espera.
Contemplemos hoy así a Jesús y a María.
José Luis, vuestro Párroco