Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado XXV del Tiempo Ordinario. Lucas 9, 43b-45
Me imagino que para los discípulos este pasaje evangélico sería bastante inquietante. Y, si lo pensamos despacio, también para nosotros: al Hijo del Hombre lo van a entregar.
Si pensamos en un salvador, un líder como hoy diríamos, no cabe en nuestra cabeza que vaya a ser un fracaso total. No hay más que mirar a nuestros políticos y dirigentes: a veces una nación entera ha puesto en ellos su confianza y ha resultado un fracaso, un fiasco, total. E incluso esto lo vivimos en personas de Iglesia. Y, claro, lo hemos vivido fatal.
Imagino que los discípulos ante el fracaso de la cruz vivirían con estupor y hundidos.
Ahora bien, Jesucristo mediante el fracaso, mediante la entrega total de si mismo, nos lleva al triunfo. A la vida.
Es la gran diferencia entre Él y nuestro líderes actuales: a estos les hacen falta medios humanos y materiales, aclamaciones, aplausos… Jesús tan solo vive íntegramente. Vivir el amor sin límites. Como hace Él. Por su entrega total nos llama a la vida, y nos abre las puertas de la plenitud.
Podemos comenzar a vivir esto desde la unión con Él. El fracaso de la cruz, la entrega por amor, le lleva a la plenitud.
Vivir hoy la Presencia del Padre es vivir como Jesús. La entrega, el amor, solo lo podemos vivir desde nuestra unión con el Padre, el Misterio insondable que empapa toda nuestra vida.
José Luis, vuestro Párroco