Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Conmemoración de todos los fieles difuntos.
Día 2 de noviembre, recuerdo cariñoso de todos los difuntos.
Jn 14, 1-6.
Hoy se pueden elegir entre tres pasajes del Evangelio. Este por el que he optado no es el que más comunmente elijo ( aunque si suele ser de los elegidos por otros sacerdotes con frecuencia) Me llaman la atención tres ideas fundamentales de este pasaje evangélico.
«Qué no tiemble vuestro corazón», el famoso «no temáis» que tantas veces aparece en la Palabra de Dios. Caminamos por la vida con un corazón lleno de miedo: conflictos, amistades rotas, agresiones, sufrimientos…y, lo peor, al final, la aniquilación total. La nuestra y la aquellos a quienes queremos. Jesús nos sale al encuentro y nos dice «no tembléis». No podemos olvidar que nuestro Dios es el Dios de la vida, la vida en plenitud.
«Creed en Dios, creed también en mi». Jesús no se cansa de invitarnos a la confianza, a la fe. Cuando alguien me dice «soy creyente, no practicante», pienso, esto es un puro autoengaño, una mentira. La fe no es aceptar una serie de conceptos, sino una relación de amistad y amor con Alguien muy especial. Por ello, nos hace falta la vivencia, no sólo el recuerdo de ideas que aceptar envueltas en una posible nostalgia lejana. Jesús nos invita a tener y vivir esa relación con el Dios que sabemos que nos ama hondamente. La vida y la muerte la podemos vivir desde esa relación con nuestro Dios, una relación de entrañable cariño con quién sabemos que nos ama.
Y por último «en la casa de mi Padre hay muchas estancias», es el lugar de la vida plena, de la vida sin fin. Jesús nos guarda un lugar allí, un lugar lleno de vida y plenitud.
Recordamos hoy a tantas personas que ya han pasado de este mundo al Padre. Al contemplar hoy este Evangelio, al saborearlo en silencio, Jesús nos invita a poner nuestra vida en sus manos, a no temer, a confiar en Él, y a saber que somos invitados a la plenitud de vida con Él. Nosotros, y toda la creación.
Qué vivamos a nuestro Dios como el Señor de la vida y del amor.
José Luis, vuestro Párroco