Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes XXXIII del Tiempo Ordinario. Lucas 19, 45-48
La actuación de Jesús hacia el no querer convertir a Dios en una mercancía que produzca beneficios (de tantas clases, y de tantas formas, siempre que se intenta manipular a Dios) es radical y clara.
Pero me gustaría fijarme hoy en un detalle: el pueblo entero estaba pendiente de sus labios; ¿qué vería la gente de aquel momento para estar pendiente de Jesús?
Hoy este pasaje nos invita a estar pendiente de Él.
Creo honestamente que la fe es vivir pendiente del Señor, sentirle cerca, muy cerca, en nuestro interior, y, como un enamorado está pendiente de su amor, estar pendiente de Él.
Respirar hondamente, visualizarlo, recrearnos en Él, sentirnos presentes en su Presencia, estar así: pendientes de sus labios, su mirada, su corazón. Dejar que Él habite en mi, dejar que Él me moldee y me haga, que me recree…
La respuesta ante la vida, mi respuesta, que venga dada por su Presencia en mi. El compromiso por construir un mundo mejor, por colaborar con su Reino, que brote de su Presencia en mi.
Estar pendiente de Él. Vivir con Él y en Él.
José Luis, vuestro Párroco