Para leer el Evangelio: domingo 22 noviembre 2020

Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.

Domingo XXXIV y último del Tiempo Ordinario.
Jesucristo, Rey del Universo.
Ezequiel 34, 11-12; salmo 22; 1 Corintios 15, 20-26. 28 y Mateo 25, 31-46

Un pasaje evangélico que nos puede dar miedo si nos quedamos en lo puramente externo y escenográfico: ¿quíen de nosotros no ha rechazado a algún mendigo, a veces profesionales de la petición y la limosna?
Creo que el Señor va por otro lado: nos insiste en vivir el amor: nuestra vocación cristiana más auténtica, lo nuclear de nuestra identidad cristiana es el amor.
Como dirá San Juan en su carta: Dios es amor. Vivir el amor es lo propio de nuestra identidad. Jesús va más allá: Él mismo, Dios mismo, se encuentra en el otro, en el prójimo, en el hermano. Él es el primero que ama y hace algo por los demás, por nosotros: da el primer paso para que alcancemos la plenitud. Como dice el profeta: «yo mismo cuidaré a mis ovejas». Es el quién da los primeros pasos. Y es Él quien nos pide que digamos sus huellas, que seamos como Él. Porque Él es Amor. Así se puede declarar: es el Buen Pastor, que nos toma en brazos, nos cuida, nos cura nuestras heridas y nos acompaña siempre ( hasta en los valles de muerte)
La parábola del juicio no es una amenaza, sino una convocatoria a vivir con un estilo muy cristiano: el amor.
Vivir unidos realmente con el Señor es ir viviendo amando a quienes nos rodean, y vivir con ellos realidades que hacen presente ese amor. O vivir de una manera determinada: amando en mitad de nuestro mundo. A veces, realizando actos de amor, escuchando, comprendiendo, perdonando; y a veces denunciando lo que separa al mundo del proyecto de Dios: denunciando injusticias y lo provocado por el mal, lo que se aparta del Reino de Dios.
El Señor será el Rey de nuestra vida en la medida en que vivamos el amor.
Contemplar hoy a Jesús, sentirle en nuestro interior, es pedirle hoy que le dejemos ser nuestro Rey, que vivamos, como Él: el amor y la paz.

José Luis, vuestro Párroco