Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado I del Tiempo de Adviento. Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
Un Evangelio para contemplar: el Señor va haciendo su misión, que podemos resumir en salvar: cura, atiende, escucha, comprende, perdona, enseña, busca… Tiene una profunda compasión de las personas…
Y propone a sus discípulos continuar con su labor: seguid salvando, nunca condenando…
Hoy este Evangelio es para leer, releer, empaparnos de él, vivirlo. Fijarnos en Jesús, visualizarlo, contemplarlo, llevarlo a nuestro interior, saborear el estar con Él. Hacer silencio interior, y exterior por supuesto, para estar con el Maestro. Darnos cuenta un día más de cómo es Él. Y sentirle cerca, muy cerca, en cada uno de nosotros, de ti, de mi… Sentir que esa compasión que nos cuenta la Escritura, también la tiene por mi. E igual que salvaba a aquellas personas, hoy me sigue salvando a mi. Dándome su amor.
El mismo me confía su misión y tarea, igual que se la confío a aquellos que caminaban y estaban con Él, porque Él mismo está con nosotros. Seamos cauce de salvación (y no de crispación) Igual que Él.
Contemplemos a Jesús, estemos con Él, vivamos con Él.
José Luis, vuestro Párroco