Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes III del Tiempo de Adviento. Mateo 21, 28-32
Aquellos le creyeron, vosotros, no.
Creo que el sentido de este pasaje evangélico se encuentra en estas palabras: creer, acoger, fiarse de Dios.
Juan es la voz que grita y clama en el desierto. Llama e invita a la conversión. No hay nadie, absolutamente nadie, que esté fuera de esa invitación a la conversión, la vuelta a Dios.
La única condición, condición imprescindible, es la acogida de corazón: aquellos cuyo corazón es duro, engreído, que hasta se sienten con derechos ante Dios, no pueden volver a Él. Aunque sean sumamente piadosos y religiosos. Pero…hay muchas formas de tener duro el corazón. No podemos tampoco en caer en prejuicios fáciles y hasta demagogos…
Hoy el Señor nos invita a abrir nuestro corazón, a escucharle a Él, a poner nuestra vida en sus manos de forma confiada, y a pedir tener un corazón como el suyo…lleno de amor y ternura.
Pidamos la gracia de descubrirle un día más, y de intentar vivir conforme a su amor.
José Luis, vuestro Párroco