Beata María Josefa Naval Girbés (24 febrero)

Nació en Algemesí (Valencia) en 1820, en una familia de campesinos. Tuvo cuatro hermanos, de los que tuvo que cuidar con 13 años al morir su madre. De joven hizo voto de castidad y comenzó una vida de oración y perfección evangélica, dedicándose a hacer obras de caridad y apostolado.

Se ocupaba de las tareas de mantenimiento de su parroquia y de las niñas pobres que carecían de lo imprescindible. Les ofrecía formación para que tuvieran un oficio y darles posibilidades de vivir por su cuenta.

Con 28 años organizó en su casa una escuela donde aprendían, gratuitamente, a leer y a escribir y un taller de bordado, en el que era muy entendida. Aquella escuela gratuita se convirtió en un centro donde compaginaba todo con la formación espiritual de sus alumnas: amor al prójimo, catequesis y convivencia cristiana, con lectura del Evangelio, oración, aprender la meditación mientras se realizan otras labores; daba consejos y orientaba a personas para que se reconciliasen en caso de desavenencias, ayudaba a las madres en la formación cristiana de los hijos,  escuchaba a las familias, etc.

Terciaria de la Orden de la Virgen del Carmen y de Santa Teresa de Jesús, tuvo gran devoción por San Juan de la Cruz. Destacó en la caridad hacia los huérfanos, marginados y enfermos, y durante la epidemia de cólera en 1885, se dedicó generosamente, aun arriesgando su propia vida, a atender a los enfermos.

Murió el 24 de febrero de 1893.
Pronto su fama de santidad se extendió más allá de los límites locales.
Su sepulcro se venera en la que fue su parroquia.
Fue beatificada en 1998 por san Juan Pablo II.