Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes semana II del Tiempo de Cuaresma
Lecturas: Mt 21, 33-43. 45-46
Un pasaje para leer despacio, ir imaginándolo y meternos dentro, asumir el contenido de esta parábola, que en realidad es un pronóstico más de la Pasión del Señor. Hoy se nos llama a contemplar la Pasión del Señor
El Señor intuye y sabe lo que le puede pasar. De hecho, se dirige a quienes le van a matar más tarde.
¿Qué hace ver? Que aquello en lo que los hombres nos apoyamos no es nada para el Padre. El Padre puede hacer pasar de lo muerto a la vida; lo que no vale, Dios lo llena de vida. Y la injusticia, Él lo va a transformar en justificación, en salvación.
Por un lado, nos presenta a un Dios que se va acercando a los hombres, al final envía el propio fruto de sus entrañas, lo más íntimo suyo, su propio Hijo. De lo muerto y alejado de si, hace una nueva humanidad. Estar abiertos al Hijo siempre fiel al Padre. Estar en comunión con Él para dejarnos transformar por Él. Que transforme nuestra piedra desechada, nuestra persona rota e inútil,en piedra angular que sostenga y de vida.
Vivir y contemplar hoy esta parábola, sumergirnos en el amor de nuestro Dios, que nos da su viña, su creación, la vida, y nos pide que demos frutos de vida.
José Luis, vuestro Párroco