Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado semana II del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Lc 15, 1-3. 11-32
La revelación de Jesús en esta parábola es clarísima: nuestro Dios es como ese padre enternecedor y lleno de perdón y acogida hasta la última célula.
Creo que todos hemos leído y contemplado está gran parábola. Pero volver a hacerlo una y otra vez nos puede acercar más a ese misterio insondable e inabarcable que es la realidad amorosa de nuestro Dios.
Hoy me gustaría fijarme en dos pequeños aspectos de esta narración, aunque, repito, vivir esta parábola, y dejarla que nos cale hondo es lo mejor.
El padre hace la misma acción con los dos hijos: cuando ve al pequeño, sale al encuentro; todos los días ha salido a la espera de su vuelta. También sale fuera de la casa, al encuentro con el mayor, enfadado por la fiesta.
Es el Padre el que sale. Es Dios quien nos viene al encuentro, acoge nuestra persona, aunque sea miserable, y nos lleva a participar de la vida. Y se llena de gozo con nuestro encuentro.
Contemplar así al Padre, que nos ama tiernamente.
José Luis, vuestro Párroco