Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana IV del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Jn 5, 1-3. 5-16
Hay tres detalles a contemplar hoy: Jesús sube a Jerusalén, se acerca al hombre en la zona de la fuente o manantial que llena una especie de estanque o piscina y después le encuentra en el templo y le dice.
Es el Señor quien toma la iniciativa y sale al encuentro. Se acercó a aquel hombre (que deseaba realizar una práctica curiosa, casi supersticiosa: si el agua del manantial sale revuelta es porque un espíritu bueno, un ángel, lo revuelve, y el espíritu cura a quien se meta en el agua… una costumbre de aquel momento en aquella fuente), y le pregunta.
Hoy Jesús se nos sigue acercando a cada uno, y nos pregunta qué puede hacer por cada uno de nosotros. Tal vez llenar el vacío de vida que sentimos. Llenarnos de Él, de vida plena.
Hoy podíamos leer despacio este pasaje evangélico, visualizarlo, y dejar que Jesús nos salga a nuestro encuentro, sentirle cerca, en nosotros.
Vivamos así.
José Luis, vuestro Párroco