Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado semana IV del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Jn 7, 40-53
Este pasaje evangélico muestra las controversias que originó Jesús en su tiempo: partidarios, atónitos, indecisos, detractores…
Creo que el mensaje del Maestro hoy sigue provocando esas desavenencias y choques de opinión. Hasta los no creyentes lo utilizan en detracción de los creyentes.
Me podría hacer pensar, ¿donde me encuentro yo?
Hoy podemos dedicar un tiempo a pensar acerca de mi, nuestra, postura: ¿cuál es la mía? Nos podemos dar una respuesta personal, propia, nacida de mi experiencia de fe. Sin cargas dogmáticas ni doctrinales ni catequética (ojo, sin ánimo despectivo; seguramente tengan gran peso en mi vida, y mis opciones se hayan ido formulando desde ellas)
Pero hoy, de forma personal (y no cursi, ni empalagosa, ñoña…), sino de forma madura, experiencial y existencial: ¿cuál es mi postura sincera y personal ante Jesús?¿deseo que sea el centro de mi vida, mi eje existencial, que toda mi vida, mis relaciones y actuaciones, estén centradas y enraizadas en Él? ¿Acojo al Señor como mi corazón, el centro de mi ser?
Pidamos a Dios que realmente le acojamos, le dejemos habitar en nuestro corazón, y sus sentimientos, como diría San Pablo, sean aquellos que rijan nuestra existencia.
José Luis, vuestro Párroco