Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes semana V del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Jn 8, 1-11
Un Evangelio riquísimo, lleno de contenido y amor. Un pasaje para leer y contemplar, visualizar e introducirnos en él.
Me gustaría quedarme en dos detalles, aunque realmente es un pasaje lleno de Dios.
Creo que el Señor hoy nos plantea una doble revelación: por un lado, caer en la cuenta de nuestra realidad: cualquiera que honestamente se meta dentro de si, se puede descubrir, nos podemos descubrir, frágil y limitado, y pecador. Primera llamada del Maestro. No me vale con condenar a esos intransigentes…¿y si yo soy cómo ellos?
El segundo detalle sería la gran misericordia del Señor: «yo no te condeno». Saborear estas palabras que Jesús nos dice hoy también a cada uno: no te condeno. Nuestro Dios nunca nos condena.
Leer y hacer nuestro este pasaje evangélico es seguir descubriendo el inmenso amor de Dios: con nuestra debilidad, y con nuestro pecado, Él nunca nos condena.
Hoy os sugiero leer y releer este pasaje, introducirnos en él, identificarnos con los diferentes personajes, y sentir la mirada llena de amor y gracia del Señor.
Y pensar acerca de esos dos pequeños detalles que antes os indicaba.
José Luis, vuestro Párroco