Asceta y monje, formado en el monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí, vive principalmente como un ermitaño, pero sin descuidar al prójimo. Como abad de la comunidad monástica escribe grandes obras doctrinales como «La Escala del Paraíso».
Vivió en el siglo VII, y su ejemplo de vida y escritos son bien conocidos y estudiados en la Tradición Cristiana. La fecha de su nacimiento está atestiguada en Siria en torno al 575. Con dieciséis años ingresa en el monasterio del Sinaí y se convierte en discípulo del Abad Martirio. Cumplidos los veinte años decide vivir con mayor austeridad y pasa a ser ermitaño en una cueva. Ahí, durante 40 años, estudia, medita las Escrituras y se dedica a la oración.
En las montañas de Dios
Los monjes le piden que asuma el cargo de abad (guía) por lo que Juan vuelve a la vida cenobítica. En este cargo, demuestra tanta sabiduría en asuntos de fe que su fama se extiende más allá de los muros del monasterio y llega incluso en Roma.
El Papa Gregorio Magno, en una carta, se encomienda a sus oraciones y otorga ayuda a los religiosos. Habiendo, entre otras cosas, ocupado el cargo de vicario del Papa en Constantinopla durante los años 579-585/6, tenía relación de amistad con muchos padres del Sinaí, con quienes mantuvo correspondencia. Juan deja el monasterio unos años después; y nostálgico de la vida eremítica, decide retirarse a una total soledad. Muere después del 650.
La Escala del Paraíso
La obra, en griego, que lo ha dado a conocer en la cristiandad, «Klimax tou Paradeisou» (Escalera del paraíso), lo dio a conocer a la posteridad como Juan «Clímaco». El libro se puede definir como un tratado de vida espiritual que explica cómo alcanzar el amor perfecto. Juan desarrolla un camino hecho de treinta pasos (tantos como los años de la vida oculta de Cristo) que se dividen en tres fases. La primera fase es la de romper con el mundo y regresar a la infancia evangélica, haciéndose niños en un sentido espiritual con inocencia, ayuno y castidad. La segunda fase es la de la lucha espiritual contra las pasiones: así enlaza cada paso con una pasión, indica la terapia y propone la virtud correspondiente, pero aclara que las pasiones no son malas en sí mismas, sino que se vuelven malas por el mal uso que hace de ellas la libertad del hombre. “Si se las purifica, las pasiones abren al hombre el camino hacia Dios con energías unificadas por la ascética y la gracia” indica. La tercera fase del camino hacia el «paraíso» es la perfección cristiana, que se desarrolla en los últimos siete pasos de La Escala, las etapas más elevadas de la vida espiritual, experimentadas por aquellos que alcanzan la tranquilidad y la paz interior. De los últimos siete pasos, los tres primeros son la simplicidad, la humildad y el discernimiento. En esta última Juan precisa: «Como guía y regla de todo, después de Dios, debemos seguir nuestra conciencia». El último paso de la Escala es la sobriedad del espíritu, alimentada por las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad. Esta última fase también se presenta como eros (amor humano) y, por lo tanto, unión matrimonial del alma con Dios, ya que el poder del amor humano puede reorientarse hacia Dios, y una experiencia intensa de él puede hacer avanzar el alma hacia el amor perfecto más que la dura lucha contra las pasiones. «La primera me parece como un rayo, la segunda luz, la tercera círculo», escribe Juan Clímaco en las últimas páginas de la Escalera del Paraíso y concluye ensalzando la caridad como «madre de la paz, fuente de sabiduría y raíz de inmortalidad y de gloria… estado de los ángeles y beneficio del siglo».
Audiencia general del 11 de febrero de 2009: San Juan Clímaco | Benedicto XVI (vatican.va)
s. Juan Clímaco, abad del Sinai – Informaciones sobre el Santo del día – Vatican News