Casilda: poesía para Dios
La lejanía en el tiempo (estamos hablando de los años centrales del Siglo XI, aproximadamente) y la poca importancia que, en la antigüedad se prestaba a ciertas crónicas y a la historia de las mujeres, hace que los datos de que disponemos sobre la vida de la virgen Casilda sean bastante escasos.
Fue la hija de un emir toledano musulmán conocido como sanguinario perseguidor de cristianos. Pudo haber nacido entre los años 1007 y 1025. Casilda, seguramente influencia por su madre, abrazó la religión cristiana desde edad temprana y acometió su vida palaciega siguiendo las enseñanzas de Cristo, constituyendo un ejemplo de fidelidad y entrega a las enseñanzas del Señor en un ambiente contrario y hostil a ellas.
Santa Casilda era una princesa clemente y tierna y a pesar de todas las comodidades que le brindaba la corte, la realidad era que sufría por los desafortunados que se encontraban en las mazmorras de su padre. A ellos les intentó consolar llevándoles viandas escondidas en su falda. Cuando su padre la descubrió en esta labor, le preguntó por el contenido de lo que llevaba, a lo que ella contestó: ¡Rosas! y al extender su falda, efectivamente, sí, fueron rosas las que aparecieron.
Tiempo después, Casilda cayó enferma. Los cautivos le hablaron de unos pozos en las tierras de Castilla, cuyas aguas decían ser milagrosas para quienes se bañaban en ellos. Casilda comunicó esta noticia a su padre, quien gestionó con el rey castellano Fernando I que su hija pudiese ir a aquellos pozos para curar los males físicos que la aquejaban. Esos pozos, eran los célebres pozos de San Vicente, situados en las inmediaciones del actual santuario en Briviesca (Burgos).
Una vez curada ya no regresó al palacio de Toledo ni a la vida cortesana, sino que decidió quedarse en esos parajes haciendo vida eremítica dedicándose a la oración y penitencia. Murió a una edad avanzada y fue sepultada en la ermita llegando a convertirse en un lugar de peregrinación.
Tanto marcó el ejemplo de Casilda a sus contemporáneos que su feliz memoria pasó de generación en generación, con tal veneración, que terminó por erigirse en la Patrona de la Bureba y el Santuario, dedicado en su origen al mártir San Vicente, tomó el nombre de la Santa cuya vida nunca dejó de ser “poesía” para Dios. Desde entonces es muy venerada en Burgos. El 21 de agosto de 1750 las reliquias de «la virgen mora que vino de Toledo» fueron colocadas en una nueva urna, obra de Diego de Siloé, rematada por su propia imagen yacente. La tradición local afirma que la mujer que pruebe el agua y eche una piedra al lago, tendrá asegurada su descendencia.
Santuario Santa Casilda – Iglesia católica situada en la comarca de La Bureba