Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes semana II del Tiempo de Pascua.
Lecturas: Jn 3, 1-8
Durante un tiempo en Pascua vamos a ir descubriendo el corazón del Maestro en diferentes intervenciones que tiene durante su vida pública. En este caso con Nicodemo, este miembro del Sanedrín o alto consejo judío, o diríamos hoy en España, el congreso de los diputados.
Nicodemo es un aristócrata judío, de la clase saducea, de formación rabínica o escriba, es decir, fariseo. Sigamos que es un noble con una gran formación teológica. Acude a Jesús en secreto, le desea plantear algunas cuestiones, pero tiene miedo «al que dirán», más en su medio habitual.
Jesús no le echa en cara su cobardía, si o que le invita a «renacer», es decir, a vivir abierto al Espíritu de Dios, dejarse llenar por Él.
El Espíritu de Dios, muy libre, que nos lleva y nos puede orientar y dirigir, sin dejarse atrapar por nosotros.
Hoy nos pide el Señor que vivamos abiertos a este mismo Espíritu, el suyo, confiarnos a Él, dejarnos llevar por Él. En lo sencillo, sin dar grandes pasos, en lo cotidiano, como hizo Nicodemo, dejarnos llenar por Él. Estar abiertos a Él.
Nicodemo irá cambiando poco a poco, irá descubriendo en su fuero interno que es estar abierto a Dios.
Escuchemos hoy a Jesús, y pidámosle que igual que Él, vivamos abiertos al Espíritu de Dios.
José Luis, vuestro Párroco