Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana II del Tiempo de Pascua.
Lecturas: Jn 3, 5a.7b-15
Un pasaje curioso. Tal vez acostumbrados a oírlo, no prestamos atención, pero realmente curioso.
Por un lado me atrevería a destacar hoy dos aspectos de este pasaje: el tremendo misterio de Dios, y la contemplación del Hijo de Dios que nos lleva a la vida plena.
Nos dice Jesús que el viento sopla como quiere, le oímos y sentimos, pero no sabemos de dónde viene ni a donde va. El Espíritu de Dios obra así: es inabarcable, irreductible, inmanejable. Obra y actúa, lo sentimos, pero nunca se deja atrapar ni manejar. Y sigue «soplando» y llenando de vida todo aquello en dónde está.
Por otro lado, Jesús, con esa fina ironía de Juan, nos invita a que le contemplemos, y a estar con El. Igual que Moisés elevó aquel estandarte, hoy se nos llama a contemplar el símbolo de Jesús, y a tener vida al hacerlo.
Vivir abiertos al Espíritu, contemplar al Maestro, estar con Él, dejarnos habitar por Él. A esto nos invita hoy este Evangelio. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco