Pacomio nació en el Alto Egipto el año 287, de padres paganos. Enrolado a la fuerza en el ejército Imperial a la edad de 20 años, acabó hecho prisionero en Tebas. Protegidos por la oscuridad de la noche, los cristianos llevaban a los presos un poco de alimento. El gesto de estos desconocidos conmovió a Pacomio quien preguntó qué o quién los llevaba a socorrerlos. “El Dios de los cielos” fue la respuesta de los cristianos. Aquella noche Pacomio rezó al Dios de los cristianos que lo liberara de las cadenas, prometiéndole a cambio dedicar su propia vida a su servicio.
Convertido al cristianismo en prisión, tan pronto recobró su libertad cumplió el voto uniéndose a una comunidad cristiana de una aldea del sur, la actual Kasr-es-Sayad en donde tuvo instrucción necesaria para recibir el bautismo. Primero se puso al servicio de una comunidad, pero luego prefirió la vida de un asceta junto con otros monjes que lo seguían. Recibió el hábito monástico de manos del anacoreta Palamón. Al cabo de siete años, por inspiración divina fue abriendo numerosos monasterios con el fin de recibir a los monjes en un régimen de vida común, y escribió para ellos una célebre Regla († 347/348).
La vida de los ermitaños de aquellos años, con sus mortificaciones tantas veces exageradas y con aquella especie de encarnizamiento en sobrecargarse de abstinencias, ayunos y vigilias, era verdaderamente extravagante. Su soledad podía de hecho tapar a menudo el engaño de su orgullo.
Para eliminar este peligro Pacomio, tuvo la inspiración de una nueva forma de monaquismo: el cenobitismo, o la vida en común, donde la disciplina y la autoridad reemplazaba la anarquía de los anacoretas.
Educó a sus monjes a la vida comunitaria, constituyendo, poco lejos de las riberas del Nilo, la primera “koinonía”, una comunidad cristiana, a imitación de la fundada por los apóstoles en Jerusalén, basada en la comunión en la oración, en el trabajo y en el alimento y concretada en el servicio recíproco. El documento fundamental que regulaba esta vida era la Sagrada Escritura, que el monje aprendía de memoria y recitaba en voz baja durante el trabajo manual. Esta era también la forma principal de oración: un contacto con Dios mediante el sacramento de la Palabra.
Durante un paréntesis de soledad en el desierto una voz misteriosa lo invitó a establecer su residencia en aquel lugar retirado, al cual después habrían llegado numerosos discípulos. A la muerte de Pacomio, los monasterios masculinos eran nueve, más uno femenino.
Del santo se desconoce el lugar de la sepultura, pues en su lecho de muerte dijo al discípulo Teodoro que escondiera sus restos para evitar que sobre su tumba edificaran una iglesia, a imitación de los “martyrion” o capillas construidas en las tumbas de los mártires.
Texto tomado de: Catholic.net – Pacomio, Santo
Para mayor información: San Pacomio – Enciclopedia Católica (aciprensa.com)
Explicación Regla de San Pacomio: Regla de san Pacomio – Wikipedia, la enciclopedia libre
Texto Regla de San Pacomio: Regla de San Pacomio (mercaba.org)