Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana VII del Tiempo de Pascua.
Lecturas: Jn 17, 11-19
Seguimos en la oración de Jesús. Es entrañable cómo el Señor se dirige al Padre intercediendo por los suyos. Por aquellos discípulos… por nosotros.
Al contemplar hoy esta palabra me gustaría hacer incapie en los sentimientos del Señor: cómo le pide que nos guarde y nos proteja, cómo desea que seamos realmente uno, una familia, como lo son El y el Padre, cómo desea que estemos unidos en la vida, en la verdad, cómo nos envía al mundo a continuar con su tarea, su misión: presentar y dar a conocer el rostro entrañable, amoroso del Padre…¡cuánto debemos aprender la Iglesia! Presentar y vivir ese rostro amoroso, maternal y paternal del Padre.
Os invito hoy a visualizar e imaginar está escena: Jesús hablando a aquel grupo en la cena, mostrando su corazón, hablándonos a nosotros, a cada uno…os invito a sentir que cada uno estamos allí, que se dirige a cada uno, que nos habla a cada discípulo, que somos, eres, en verdad, muy especial para Él. Sentir a Jesús, sentir a Dios.
José Luis, vuestro Párroco