Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la Solemnidad de la Pascua de Pentecostés.
Lecturas: Hch 2, 1-11, Sal 103, 1 Cor 12, 3-7.12-13, Jn 20, 19-23.
Me gusta hacer referencia al relato de la torre de Babel: cuando queremos ser como dioses, llegar al cielo, poseer la razón y la verdad, nunca nos podemos entender, surgen las diferentes lenguas, aún diciendo lo mismo.
El Espíritu es todo lo contrario: cuando nos abrimos a Él, todos nos podemos entender.
Hoy, Pentecostés, se nos invita a contemplar aquel acontecimiento maravilloso, y a buscar estar abiertos al Espíritu, por tanto a los demás.
¿Quién es el Espíritu de Dios?: Lo más íntimo de nuestro Dios, lo que le sale de más adentro, su propio aliento, un aliento lleno de vida y verdad.
Hoy es un día para contemplar esta Palabra, y pedirle: enséñame a estar abierto a Ti, mi Señor: lléname con tu Espíritu, lléname con tu se
José Luis, vuestro Párroco