Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Job 38, 1.8-11, Salmo 106, 2 Co 5, 14-15, Mc , 35-40
Para mi son entrañables estas lecturas: me encanta el pensar y tener la certeza de que el Señor está muy presente en mi vida, en mitad de las diferentes tormentas que nos acompañan.
Hace tiempo leía este Evangelio desde la perspectiva de «ir a la otra orilla»: dejar mis zonas seguras, e ir a otras zonas… pero, me pregunto «¿para qué?»
Efectivamente, como dice el Papa, somos Iglesia en salida. Pero siempre me planteo para qué y cómo salimos. Porque nunca podemos dejar de tener la certeza y seguridad de que salimos a llevar un mensaje de salvación, acompañados, por supuesto, de actitudes de acogida y de paz, como era Jesus. No una salida impositiva ni amargada, pseudoprofética, sino una salida portadora de salvación. En palabras, actitudes y obras.
Ahora bien, este pasaje evangélico es para mí, para nosotros, un mensaje de salvación: no puedo olvidar lo que me dice el Señor: Él está en mitad de mis tormentas, de mis angustias y ansiedades, en mitad de mi vida. Y Él me sana y me protege. Como dice la lectura de Job, pone límite a esas olas que amenazan mi vida. No puedo dejar de pensar que Dios manda callar aquellas realidades que producen mi muerte en lo más hondo de mi ser.
Como dice el Apóstol, Él hace nueva ni vida, y manda frenar lo que me agobia y me hunde. Él está conmigo en mitad de mis tormentas, y me llena de vida y de paz.
José Luis, vuestro Párroco