Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XIV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Ez 2, 2-5, Sal 122, 2 Cor 13, 7-10, Mc 6, 1-6
Las tres lecturas tienen en común el desprecio hacia el profeta o el hombre de Dios.
Ezequiel es avisado del «te hagan o no caso», Pablo habla de sus debilidades, y Jesús es víctima del desprecio de sus paisanos.
El mismo salmo habla del sarcasmo de los satisfechos y orgullosos.
Jesús habla y enseña en la sinagoga de su pueblo, y en lugar de ser escuchado, recibe la oposición de sus convecinos.
¿Qué hace?: Continúa enseñando y llevando el Evangelio a quien quiera escuchar.
Digamos que el gran mensaje de hoy es la fidelidad de Jesús: no busca honores y reconocimiento, sino ser fiel a su misión. No busca caer bien, y ser aplaudido y venerado, si o ser fiel al Misterio del Padre ¿Qué vivencia tendría del Padre, que por encima de esos reconocimientos, con mucha libertad, se mantiene leal a su tarea y ministerio?
Contemplemos así a Jesús. Pidámosle que nos demos cuenta de que habita en nuestro interior, y seamos día a día más fieles al Padre.
José Luis, vuestro Párroco