Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana XV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 11, 25-27.
Es increíble cómo hoy se nos revela el corazón de Jesús: su vida es una acción de gracias al Padre; Él es el hombre sencillo, que sabe bien quién es Él mismo, y se siente en pura y plena comunión con el Padre.
Un Evangelio para leer y releer, y contemplar, empaparse por él.
No suelo en estos breves comentarios hacer referencia a la primera lectura de la Eucaristía, pero hoy sí: descubrimos la profunda experiencia religiosa que tiene Moisés (Ex 3): se acerca a admirar el Misterio que se ha hecho presente en su vida, y se le llama por su nombre. Y así es enviado.
Dios nos conoce profunda y perfectamente: pero este conocimiento no es amenazante, ni opresor, sino lleno de vida y de amor. El Dios enamorado de nosotros, que nos salva y nos envía a llevar la salvación.
Es el Dios que hoy Jesus nos presenta: nos da el don de la vida (de aquí su acción de gracias), y se nos revela en la medida en que nos presentamos ante Él de forma sencilla, confiada, porque El sabe bien quién somos, y nos quiere así, tal y como somos.
Jesús vivió está experiencia, y hoy nos llama a vivirla a cada uno de nosotros.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco