Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana XX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 19, 23-30
El Evangelio de hoy lo podemos leer más que en clave moral en clave contemplativa. Creo que de alguna forma, se nos revela hoy a Jesús como aquel que pone su corazón en el Padre.
Hoy se nos llama a caer en la cuenta de donde ponemos nuestro corazón realmente: en el poseer, en mi seguridad, en mis caprichos y manías o costumbres, y hasta en el sujeto religioso, en «mis devociones y dogmas»… o en Dios. El rico es aquel que pone su vida «en sus cosas»… ¿donde pongo yo la mia?
Descubrir la salvación es descubrir al Dios que me puede llenar. Jesús es el hombre que pone su vida y su corazón en el Padre, y vive unido a Él. Profundamente unido a Él.
Y así se entiende la respuesta a Pedro: «cien veces más»; es decir, aquel que pone su vida en Dios va viviendo una plenitud que nada ni nadie se lo puede arrebatar. Hasta cuando llega la noche oscura, que llega realmente, descubre a Dios como el garante de la vida. Solo Él.
Por tanto, se nos llama a vivir nuestra vida (casados o solteros, sacerdotes o laicos, jóvenes o mayores, mujeres o varones…) desde Dios y con Dios. Las cosas que tenemos, que nos rodean, y que nos son necesarias, las vivimos y utilizamos para vivir, sabiendo que el centro de nuestra vida es Dios. Solo Él.
Estemos en silencio con Él.
José Luis, vuestro Párroco