Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes semana XXI del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 25, 1-13.
Nuevamente, yo creo, la propuesta de Jesús de tener una mirada contemplativa y en vela.
La fe es una cuestión que conlleva un trabajo. Sin embargo, lo que aporta es mucho más que lo que podemos dar. Dios no quiere un conjunto de personas que se salven de forma pasiva. Desea una forma de ser activa en el ser humano. De ahí que su propuesta, o estar en vela, exija una actitud no pasiva, de estar en activo, por nuestra parte. Aunque, repito, la salvación sea mucho más, si podemos hablar así, de lo que podemos aportar.
Me gustaría caer en algún elemento de la parábola de hoy: nos habla un banquete de bodas y un novio. El novio llega movido por el amor. El banquete en los Evangelios y en toda la Escritura siempre es símbolo de compartir y celebrar la vida. En definitiva, la llamada a vivir el amor.
Dios hoy nos llama al banquete de su amor, de su cariño, de su compasión. Y nos pide que estemos en vela, que le aguardemos, que le distingamos porque en mitad de la vida, aunque sea de noche, Él está.
Que a ejemplo de las chicas sentadas, le aguardemos…y le distingamos.
Pidámoslo al Señor.
José Luis, vuestro Párroco