Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes semana XXIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 6, 6-11.
Me llama la atención la profunda libertad interior y exterior de Jesús.
Sabe que le están acechando y espiando, sabe que van a por Él, sabe que va a tentar contra una de las costumbres más arraigadas del judaísmo, pero actúa con una profunda libertad. Es consciente plenamente de su misión, de la dignidad humana, y actúa de firma coherente. Sin aspavientos, sin agresividad, con total calma y paz, trae la salvación a este hombre. Me llama la atención las palabra que utiliza: «levántate».
Jesús, nuestro Dios no quiere personas sometidas, hundidas, cabizbajas. Nuestra Iglesia a veces así lo ha deseado. Incluso ante cuestiones puramente secundarias, nuestra bien amada Iglesia se ha manifestado negando hasta la capacidad de diálogo. De cosas sin trascendencia ha hecho muros. Como esos fariseos. Él no. Quiere personas erguidas, conscientes de su dignidad y valía, conscientes de que nuestro Dios desea siempre la liberación y la salvación. Conscientes de que su comunidad, nuestra Iglesia, somos la familia de personas libres, adultas, redimidas por Él.
Hoy podemos contemplar este pasaje, visualizarlo, imaginarlo, vivirlo. Sentir la libertad a la que somos llamados. Llamados y conocidos por Él. Deseados.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco