Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XXX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Jer 31, 7-9; Sal 125; Heb 5,1-6; Mc 10, 46-52.
Habitualmente vamos por la vida deprisa, casi sin tiempo, y sin ánimo, para ver, para contemplar.
Hoy Dios en su Palabra se nos revela como el Dios que salva a su pueblo, que es toda la humanidad, como indica el profeta; Jesús, el sacerdote que ofrece toda la creación al Padre, como indica la carta a los Hebreos.
Y mucho más, en el Evangelio, se nos presenta como el Dios que parece que no oye o escucha al grito del que está al borde del camino, al margen, que deja que el ser humano grite e insista, pero que al final le dice : «¿ qué quieres que haga por ti?».
Un Dios atento a la súplica de todo ser humano, que parece que no, pero que sabe lo más hondo que habita en nuestro interior.
Hoy nos pregunta que queremos que haga por nosotros. Ojalá que le pidamos capacidad para ver y sentir su presencia, y, como Bartimeo, le sigamos por el camino, por la vida.
José Luis, vuestro Párroco