Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana XXXIV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 21, 20-28.
Seguimos en esta última semana del Tiempo Ordinario, antes de comenzar el Adviento, con este lenguaje apocalíptico que con frecuencia nos confunde, y hasta nos da miedo.
Jesús habla de tremendas catástrofes, guerras, angustia…
Sin embargo es importante ver cómo termina este pasaje evangélico: alcemos la cabeza, se acerca nuestra salvación, viene el Señor. En mitad de nuestras angustias, tan bien reflejadas en el texto, viene el Señor.
De alguna forma, este texto nos está indicando el «no temas», tan repetido e insistido en toda la Escritura.
Jesús vivió de forma plena el sentir que Dios, el gran Misterio de la vida, tiene un gran deseo: la salvación, la plenitud de todo género humano, de todas las personas, de toda la creación.
Contemplar hoy al Señor, sobre las nubes del cielo, es vivir ese tremendo deseo de nuestro Dios. Un Dios que todo lo llena (sobre las nubes del cielo), y está en lo más íntimo de nuestro ser.
Leamos este Evangelio, y sintamos así al Señor. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco