La Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, José y María (26 diciembre)

La fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José se celebra el domingo después de Navidad. Es una fiesta que surgió a partir del siglo XIX en Canadá, y pasó luego a toda la Iglesia a partir de 1920. Al principio se celebraba el domingo después de la Epifanía. Es una fiesta que pretende señalar a la Sagrada Familia de Nazaret como «el verdadero modelo de vida» (Colecta) para que nuestras familias se inspiren en ella y puedan encontrar ayuda y consuelo.

Del Evangelio según san Lucas
Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que los oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».
Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres. (Lc 2,42-52)

El regalo
El primer dato que se desprende de los textos bíblicos de esta fiesta es que un hijo es un don de Dios. Se capta en la primera lectura, que narra el nacimiento del profeta Samuel, y se capta en la respuesta que Jesús da a sus padres en el Templo.

La incomprensión
Cuando María dice:  «Tu padre y yo te buscábamos angustiados», se refiere a San José; en la respuesta, Jesús se refiere a su Padre, Dios: “¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». María y José «no entendieron lo que les decía”, aunque sí que sabían que el Niño era un don de Dios. Al final, sólo la Cruz revelará en toda su plenitud quién es Jesús, el Hijo de Dios.

El camino de fe de María
La respuesta de Jesús no será fácil para la Virgen María, hasta el punto de que el evangelista señala que «conservaba estas cosas en su corazón». No las descarta de su memoria y de su corazón porque es consciente de que debe esperar para comprender. Este es el camino de la fe, donde la duda no detiene la esperanza, sino que se abre a la expectativa.

José y María, padres
Como a los padres de hoy, también a José y a María les costó entender las palabras y las elecciones de su Hijo Jesús. De ellos, los padres de hoy pueden aprender a tomar conciencia de que, por encima de todo, hay un hijo que debe crecer: ciertamente, está llamado a corresponder a las muchas expectativas puestas en él -las de los padres, los amigos, los compañeros…-; pero hay una expectativa aún más importante, fundamental y fundante, la de Dios, Padre y Creador. Ante esta expectativa, que se convierte en una «llamada» en el corazón de cada persona, la actitud más adecuada es la de la oración, la de «guardar las cosas en el corazón» para que todo se revele en el momento y el modo adecuados.

El Espíritu Santo habla a las familias de hoy
El Espíritu Santo sigue guiando hoy a todas las personas, a los matrimonios, a los padres. Pero debemos escuchar al Espíritu que habla en nosotros. El Hijo de Dios vino a nuestro encuentro en un Niño; sólo una mirada de fe sabe captar su presencia. Por eso, es importante recordar que las cosas cotidianas nunca son de poca importancia; que los encuentros cotidianos nunca son inútiles o puras casualidades: hace falta una mirada de fe para captar la realidad más allá de las apariencias. Porque todo es un «lugar» en el que encontramos (o rechazamos) la presencia de Dios. Todo es una señal para los que creen.

Evangelio de la familia
Vivir el evangelio de la familia no es fácil hoy en día, más aún en estos tiempos. Se nos critica o ataca simplemente porque queremos defender la vida desde el vientre materno. Sin embargo, en el Evangelio encontramos el camino para vivir una vida hermosa a nivel personal y familiar, un camino ciertamente exigente, pero fascinante. Es un camino que podemos recorrer siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret y gracias a su intercesión. En toda familia hay momentos felices y tristes, pacíficos y difíciles. Es la vida. Vivir el «evangelio de la familia» no nos exime de experimentar dificultades y tensiones, de encontrar momentos de feliz fortaleza y momentos de triste fragilidad. Las familias heridas y marcadas por la fragilidad, por los fracasos, por las dificultades, pueden resurgir acudiendo al Evangelio, pueden encontrar nuevas posibilidades para un nuevo comienzo.

Oración
Jesús, María y José, Sagrada Familia de Nazaret, hoy dirigimos a vosotros nuestra mirada con admiración y confianza; en vosotros contemplamos la belleza de la comunión en el amor verdadero; os encomendamos a todas nuestras familias, para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.
Sagrada Familia de Nazaret, atractiva escuela del santo Evangelio, enséñanos a imitar tus virtudes con una sabia disciplina espiritual, concédenos la mirada clara que sabe reconocer la Providencia en las realidades cotidianas de la vida.
Sagrada Familia de Nazaret, custodia fiel del misterio de la salvación reaviva en nosotros la estima del silencio,
haz de nuestras familias cenáculos de oración y transfórmalos en pequeñas iglesias domésticas, renueva el deseo de santidad, sostén la noble labor del trabajo, de la educación, de la escucha, de la comprensión mutua y del perdón.
Sagrada Familia de Nazaret, devuelve a nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, un bien inestimable e insustituible.
Que cada familia sea un hogar acogedor de bondad y de paz para los niños y los ancianos para los que están enfermos y solos para los pobres y necesitados.
Jesús, María y José con confianza os rogamos, con alegría nos encomendamos a vosotros.

(Papa Francisco, Oración recitada ante el icono de la Sagrada Familia
con motivo del Día de la Familia, el 27 de octubre de 2013)


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