Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles, día 5º de la octava de Navidad. Ciclo C
Lecturas: Lc 2, 22-35.
Me gustaría hoy centrarme en un detalle de este Evangelio: ¿quién descubre al Señor?
Los judíos esperaban un Mesías fuerte, de estirpe noble o real, sagrado.
Este hombre descubre al Señor justamente en todo lo contrario: un niño, como todos los bebés, débil, dependiente, frágil, pobre. Y sin embargo «sabe ver».
Nos cuenta Lucas que era un hombre anciano, que espera y confía, y descubre «la luz para todos los pueblos».
Hoy podemos contemplar este Evangelio desde esa perspectiva: el hombre que sabe ver la Presencia del que es la fuente y origen de la vida.
Estamos inmersos en un mundo en conflicto, con miedo, en crisis. Sin embargo si supiéramos ver, encontraríamos la Presencia.
Hoy podemos leer este pasaje evangélico, contemplar al anciano Simeón, y pedir a Dios «gracia para ver». Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco