Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana II del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Is 6, 1-5; Sal 95; 1 Cor 12, 4-11; Jn 2, 1-12
Creo que hoy nos propone la Iglesia lecturas para contemplar despacio.
Isaías nos relata cómo Dios restaura a su pueblo, y le quiere tanto que se casa con nosotros. El amor, fuente de vida.
Pablo nos invita a sentir en nosotros la acción del Espíritu de Dios que nos da fortaleza para construir la comunidad.
Y el Evangelio nos invita a saborear su triple mensaje: Jesús presente en la vida (una boda es algo propio de lo habitual, todos hemos participado más de una vez celebrando el amor que une a personas a quienes queremos), Dios que aunque parece que se desentiende (y a mi qué), pero actúa, y Dios que transforma nuestras miserias (agua para limpiar), en algo lleno de vida y alegría, en vino.
Podríamos visualizar el Evangelio, y sentirnos atendidos y comprendidos por nuestro Dios.
José Luis, vuestro Párroco