Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana III del Tiempo Ordinario.
Día 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo.
Lecturas: Mc 16, 15-18.
Podríamos afirmar que la conversión de Pablo supone para él su renacimiento a la vida.
Hombre profundamente religioso, con pasión por vivir la fe judía, hasta que tiene una profunda experiencia de encuentro con Jesús, y se transforma radicalmente. Un apasionado por el Señor. Tanto que cambia radicalmente.
Pablo hace del anuncio del Evangelio el sentido de su vida. Está tan unido al Señor, que solo vive para Él, y vive con Él, haciendo del proyecto de Jesús el ser más hondo de su existencia.
De ese vivir el Evangelio y anunciarlo brota su vida: expulsa el mal, busca vivir el amor, hasta «hablando otras lenguas», sana y da vida a su alrededor..
Podemos hoy leer este pasaje evangélico viendo que Jesús es el primero que lo vive, Pablo se identifica con Él, y cada uno de nosotros, nuevos Pablos, somos llamados a identificarnos con Él.
José Luis, vuestro Párroco