Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana III del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 4, 1-20
La parábola del sembrador es muy conocida. Tanto que casi no tiene porqué ser explicada.
Me gustaría hoy quedarme en dos ideas que podemos entrever en la narración evangélica de hoy. Ver para contemplar.
Mi idea con estos comentarios no es explicar los diferentes pasajes evangélicos, sino motivar para contemplar al Maestro.
El Señor hoy se presenta como el que enseña: junto al lago, sube a la barca, se acomoda al entender de quienes le escuchan… Por eso habla en parábolas, cuentecillos que nos pueden sugerir vivencias que faciliten el encuentro con Dios (no son explicativas, sino sugerencias: nunca pueden ser entendidas literalmente)
Jesús, un Maestro que enseña, que se acomoda a nuestro entender, y que hoy nos invita a ser tierra buena que le acoja.
Podemos hoy leer este pasaje evangélico, fijarnos en Él, y pedirle capacidad para acogerle a Él. Ser como esa tierra húmeda, cálida, que le acoge para llenarse de vida, de su vida.
José Luis, vuestro Párroco