Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana VII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 16, 13-19
Día 22 de febrero, la cátedra de San Pedro, Apóstol.
Podríamos tomar este pasaje como la institución de la misión de Pedro. Y tal vez sea así.
No obstante, unido a este Evangelio, está toda la relación de Jesús con Pedro: a partir de los encuentros del Señor con el Apóstol, se va dando la misión que es confiada a este hombre.
Igual que con Pedro Jesús tiene una profunda amistad y relación, Jesús la tiene con cada uno de nosotros. Esta lectura evangélica comienza con esa pregunta: ¿quién decís que soy yo? A todos los Apóstoles.
El Señor desea tener una profunda relación de amistad con cada uno de nosotros, con cada ser humano, con cada persona. Aquí está, yo creo, lo más importante de este fragmento del Evangelio: Jesús nos plantea quién es Él mismo para cada uno, quién es para mí. Y aún más que lo que yo pueda decir, o decirme, Él me dice que desea estar conmigo, ser para mi. En la medida en que le voy conociendo, me dice como a Pedro, «dichoso tu, porque mi amistad contigo es un don del Padre celestial para ti» .
Jesús, el Dios hecho hombre que desea estar contigo, conmigo.
Estemos con Él
José Luis, vuestro Párroco