LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR: LA BUENA NOTICIA
Las lecturas de hoy nos ofrecen el misterio de la Ascensión del Señor a los Cielos, momento del cumplimiento de la misión de Cristo entre los hombres, promesa del envío del Espíritu Santo, e inicio de la andadura de la Iglesia con una nueva presencia suya: en su Palabra y en su gracia.
En los Hechos de los Apóstoles además de describirnos la escena de la Ascensión, queda evidenciado el nuevo tiempo que inaugura la Iglesia, que no consiste en quedarse mirando al cielo, sino en ser, con la ayuda del Espíritu Santo, testigos de Cristo en la historia hasta que vuelva.
En el salmo 46 encontramos cual debe ser el distintivo del cristiano: la aclamación jubilosa del que viven en la esperanza: la alegría cristiana.
En la Carta de San Pablo a los Efesios ahondamos aún más en las características del cristiano: inundado en su luz, lleno de esperanza en el corazón, poderoso con el poder de su amor por encima de todo poder mundano, y miembro de su cuerpo que es la Iglesia.
Y en el Evangelio, se evidencia la síntesis de esta vida nueva del cristiano: revestidos del Espíritu Santo, llenos de alegría bendiciendo a Dios, y llevando la Buena Nueva del Evangelio a todo el mundo.
De la Buena Noticia a las buenas noticias
También a través de los Medios de Comunicación. Propone el Papa Francisco en uno de sus mensajes para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que hoy celebramos, “Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos”:
Citando a Casiano Romano, Francisco explica que “la mente humana es como una piedra de molino que, movida por el agua, no se puede detener. Sin embargo, quien se encarga del molino tiene la posibilidad de decidir si moler trigo o cizaña. La mente del hombre está siempre en acción y no puede dejar de moler lo que recibe, pero está en nosotros decidir qué material le ofrecemos”.
El Papa quiere “animar a todos los que, tanto en el ámbito profesional como en el de las relaciones personales, muelen cada día mucha información para ofrecer un pan tierno y bueno a todos los que se alimentan de los frutos de su comunicación”.
Para eso considera “que es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las malas noticias (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano)”.
No se trata de ignorar “el drama del sufrimiento, ni de caer en un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal”, sino de “superar ese sentimiento de disgusto y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal”.
Nota el Papa que hoy “para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal, se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación”.
Propone por tanto el Papa “un estilo comunicativo que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia”.
El poder de la radio
Durante 12 años presenté un programa de medio millón de oyentes en el que intentaba mostrar la frescura del testimonio evangélico: Un día, cuando aquel programa llevaba ya meses sin emitirse, fui a una ferretería y al ir a pagar en la caja me preguntan si pago en efectivo o con tarjeta.
Al responder el dependiente reconoce mi voz y me dice: “¡Cuantas ganas tenía de conocerle! Quiero que sepa mi historia: yo no iba a misa ni rezaba desde niño, pero los domingos tempranito tengo la sana costumbre de hacer footing. Suelo oír la radio y hace unos años, sintonicé otra emisora a la habitual y oí su programa.
Me engancho hasta que un domingo me dije: ya es hora de volver a casa, a la casa de la Iglesia, y fui a mi parroquia a misa, y poco a poco me fue integrando en la comunidad cristiana con mi familia.
Hoy que, por primera vez en la historia de la humanidad, todos podemos ser emisores y receptores de los medios de masas, estamos llamados a hacer de ellos espacios y canales para difundir con esperanza la Buena Noticia: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”.
Manuel María Bru Alonso
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR | Delegación de Catequesis (archimadrid.es)