Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana X del Tiempo Ordinario.
Jueves después de Pentecostés, fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
Lecturas: Lc 22, 14-20
A veces parece que estamos en un mundo desacralizado: la falta de sensibilidad actual hacia lo religioso puede llevarnos a esa percepción.
Jesús en su tiempo también supuso un fuerte movimiento de secularización: laico, sin antecedentes sacerdotales, que más que dirigirse hacia el templo y lo sacrifical, insiste en vivir con un estilo concreto desde el amor, que busca y propone una relación filial con Dios, no sacralizada, ni meramente litúrgica.
Sin embargo, yo creo, que lo que hace el Señor es proponer lo que es auténticamente sagrado: lo dedicado a Dios, el hermano, la otra persona; y la creación como espacio real de encuentro con el Padre.
La fiesta de hoy nos lleva a un auténtico espacio sagrado: Jesús, Dios hecho hombre, que se ofrece a si mismo como gran Alianza entre Dios y los hombres. Jesús, puente, o pontífice, ente el ser humano, la creatura, y Dios, el Creador.
Leer hoy este Evangelio nos puede llevar a contemplar a Jesús deseando por amor compartir su vida (he deseado enormemente comer esta cena con vosotros), y ofrecerse a ellos, a nosotros, como el pan repartido para dar alimento y vida, y la sangre, su ser, derramada, para crear con nosotros una auténtica alianza, amistad, con Dios.
Podemos leer este Evangelio y descubrir un día más como es nuestro Señor. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco