Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo después de Pentecostés, solemnidad de la Santísima Trinidad.
Lecturas: Pro 8, 22-31, Sal 8,Rom 5, 1-5, Jn16, 12-15
Creo que hoy es un día para contemplar y dejarnos llevar, invadir por Dios…
La Iglesia hoy nos invita a contemplar el propio misterio de Dios. Sería absurdo que intentáramos definir y comprender ese Misterio. De hecho los intentos, creo yo que bien intencionados, a veces son bastante poco afortunados. Nuestro Dios, una pequeña y gran comunidad, íntimamente unida por el amor, que nos llama a participar de su vida, de su amor. Un deseo intenso para Dios, un Dios enamorado de su creación, que desea ardientemente vivir con nosotros el amor, como podemos ver en la primera lectura.
Un Dios manifestado en Jesús, un Dios que nos ama, y que nos invita a participar de su plenitud, como afirma Pablo. Y como dice el Evangelio, un Dios familia que convoca a hacer familia con Él.
Podemos hoy leer estas lecturas, y estar con Él. Qué Él nos invada e inunde.
José Luis, vuestro Párroco