Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado semana XIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 9, 14-17.
Un Evangelio peculiar, que brota de un choque en la comunidad cristiana más primitiva. Aquella comunidad tuvo que superar costumbres y anclajes del judaísmo: eran judíos que tenían que aceptar la gran novedad que supone la revelación de Jesús de Nazaret. Esta novedad suponía dejar atrás prácticas propias de la fe judía, y reconocer la gran imagen del Dios de Jesús, un Dios todo amor.
Hoy nosotros podemos descubrir cómo el mismo Jesús vive esa gran novedad: un Dios Padre que le ama, que nos ama, intensamente. Tanto nos ama el Dios de Jesús, que nos envía a su Hijo el Amado intensamente, su Predilecto, para que nos muestre su rostro de Padre y de Madre.
Hoy podemos contemplar a Jesús como ese gran don y regalo del Padre, fruto del amor más intenso, fruto de sus entrañas de misericordia.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco