Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana XVI del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 13, 10-17.
Un Evangelio difícil y duro de entender.
Jesús nos pone delante la condición necesaria para poder entenderle: apertura a la palabra de Dios, apertura a la fe. Solo desde esta apertura podremos entenderle, y acogerle como el Señor de nuestras vidas. Si no estamos abiertos a la fe, nunca le podremos entender ni conocer.
¿Cuántas veces dialogamos con alguien no creyente, y por mucho que expongamos lo que creemos, no le hacemos ceder un ápice?
Por ello el Señor les va, nos va, a llamar dichosos o bienaventurados. Porque hemos podido reconocer quién es Jesús.
Hoy podemos «poner un nombre» a Jesús (mi amado, mi fuerza, mi Señor, mi amigo…) y contemplarle así, desde la perspectiva de quién es para mí.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco