Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Qo 1, 2; 2, 21-23; Sal 89; Col 3, 1-5.9-11; Lc 12, 13-21.
Creo que el Señor nos plantea donde está nuestro corazón.
Sondeando las Escrituras de hoy podemos ver que todo nos lleva a plantearnos esa cuestión.
Por un lado, el Eclesiastés o Qohelet nos hace ver que a veces nos centramos exhaustivamente en trabajos, poniendo nuestros esfuerzos en «realidades pasajeras», que no son válidas para la vida. Más que un medio para vivir, esos trabajos o quehaceres se transforman en el único sentido de la existencia: poseer.
Por otro lado, San Pablo nos dice que busquemos «los bienes de arriba», los que dan vida, el Señor Jesús.
Jesús nos hace ver en el Evangelio que vano es poner nuestra vida en poseer, y tener, olvidándonos que no somos dueños ni de nuestro existir.
Jesús vive su realidad poniéndose en manos del Padre. Todo lo que dice o hace siempre es convencido de que estamos en manos de Dios, y en torno a esta gran vivencia, trascurre toda su existir.
¿Donde está nuestro corazón? ¿Hacemos nuestras las palabras del salmo «Eres, Señor, nuestro refugio de generación en generación»?
Descubramos un día más cómo es Jesús, y estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco