Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana XX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 22, 1-14.
Como indiqué ayer, las parábolas no pueden ser tenidas en cuenta literalmente, ya que podemos encontrar en estos relatos «choques» con nuestras convicciones más hondas. Convicciones que pueden nacer de muestra fe.
En este relato nos puede chocar la reacción del rey ante el maltrato a sus mensajeros, y la expulsión del pobre hombre que «no va con traje de fiesta», que apenas si abre la boca.
Ahora bien , si buscamos el mensaje más profundo que el Señor nos quiere presentar, podemos ver cómo es Jesús, como se nos revela hoy.
Jesús presenta y vive a un Padre que nos convoca a todos a una gran fiesta, como si fuera un tremendo banquete de bodas. Qué no deja de convocar e insistir, y hasta acude a los rincones de los caminos, aunque estén muy alejados, para convocarnos e invitarnos a todos. E invita a todos, malos y buenos. Nuestro Dios, así lo vive Jesús, es Aquel que convoca a la vida, al banquete, aunque nuestra vida no sea como aquella que Él desea. Un Dios pura bondad.
¿Qué nos pide? Capacidad para responder y acudir, confianza, «el traje de fiesta».
Jesús vive esa invitación del Padre a participar en su banquete, en su propia vida. Nos invita a cada uno a participar de él, a sentirnos invitados a él.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco