Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo XXV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Am 8, 4-7; Sal 112; 1 Tim 2, 1-8; Lc 16, 1-13. .
Un Evangelio contradictorio, donde parece que Jesús aplaude la astucia del administrador. Sin embargo, creo que la intención del Señor es otra bien distinta.
Jesús vive teniendo mucho cuidado con la riqueza. Ni es rico ni lo desea, no se deja seducir por ella. Pone su corazón en el Padre. Así, El puede hablar: «no podéis servir a Dios y al dinero».
¿Qué ídolos tenemos? Pueden ser las riquezas, o nuestro bienestar, o nuestra propia imagen, o… Jesús tan solo sirve y busca a Dios. Lo demás es medio para ir hacia el Padre. El administrador deshonesto es un ejemplo de cómo puede actuar el mal. Por ello, nos pide «que tengamos cuidado»; Jesús nos invita a utilizar todos los medios para buscar y servir a Dios.
El profeta, también: realiza una tremenda invitación a actuar con justicia. Y Pablo nos invita a orar por toda la humanidad. Todas estas lecturas nos conducen hacia Dios. Jesús lo propone muy claramente.
Podemos leer despacio este Evangelio, y pedirle al Señor que seamos como Él: tener el firme propósito de servir sinceramente a Dios. Lo demás, es un medio para buscar vivir en esa disposición. Igual que hizo Jesús.
José Luis, vuestro Párroco