Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes XXVII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 11, 15-26.
Un día más, Jesús se revela como fuente de salvación: Él es la mano, el dedo, de Dios que llega a nosotros y nos trae la salvación, expulsa los demonios.
Ahora bien, deja a todo ser humano libre, nos deja libres, y podemos aceptarle o no.
Pero darnos la salvación, no elimina nuestra capacidad de actuar o de ser: aceptar su salvación, además, supone en cada uno de nosotros una actitud de acogida, y un esfuerzo de dejar que Él actúe en nuestra persona. Por ello Jesús nos invita con una comparación a estar en guardia: aceptar a Dios en nuestra vida nos lleva a vivir atentos a vivir abiertos a Él, a discernir, y a mostrarnos vigilantes para vivir unidos con el Señor. Igual que hizo Jesús.
Estemos con el Señor.
José Luis, vuestro Párroco