Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves XXXI del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 15, 1-10.
Si aplicásemos el sentido común a estas parábolas, realmente las veríamos como una gran contradicción.
Sin embargo, si las contemplamos desde el corazón del Padre revelado por Jesús, podemos encontrar algo admirable.
Jesús hoy nos revela como es el corazón de Dios: un corazón que se alegra porque se acerca el alejado, el perdido, él que no está con Él…
Jesús revela el corazón del Padre, un corazón que Él mismo conoce muy bien, un corazón lleno de amor. Jesús es como ese pastor que busca a quien se ha perdido y se alegra cuando le encuentra, o como esa mujer que busca la moneda, y se llena de gozo al encontrarla…Jesús que se llena de gozo al encontrarnos, y nos llena de vida al volver a la casa, el corazón, de Él mismo.
Podemos leer este Evangelio, y sentir el gozo de Dios cuando nos encuentra. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco