Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles XXXIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 19, 11-28.
Me gustaría leer esta parábola desde el punto de vista de la acogida. No tanto desde si ponemos o no nuestros talentos para incrementarlos y hacer un mundo mejor, como se suele leer clásicamente, sino desde la acogida al propio Espíritu de Dios, manifestado en la confianza que deposita el Señor en nosotros.
Los empleados acogen las onzas de oro y acogen el deseo del Señor. Y se ponen en marcha…
Algunos conciudadanos no acogen al Señor como rey, al igual que el empleado holgazán. No acoger a Dios, nos encamina hacia la muerte. No por el Señor, sino porque no acogemos la vida, no le acogemos a Él.
Jesús es el hombre que acoge los dones que el Padre le ha concedido, y acoge el deseo, el proyecto del Padre. Y, también, se pone en marcha…
¿Nosotros acogemos al Padre, y sus deseos?¿Estamos abiertos a su Espíritu, como lo estaba el Maestro?
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco