Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes I del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 2, 1-12.
Un texto donde se nos revelan muy claramente los sentimientos y actitudes del Señor.
Jesús no deja de enseñar: la casa, la comunidad, la Iglesia, se acumula y se agolpa en torno a su palabra.
Y en mitad de esa muchedumbre, Jesús se admira y se detiene ante aquel que le busca. A pesar de toda esa gente, Jesús ve a este hombre.
Jesús le habla a su corazón, y ve más allá de lo aparente. Por eso le índica ambas realidades: tus pecados y tu cuerpo, quedan arreglados, vuelve a tu vida cotidiana.
Jesús que reconoce, sabe mirar y decir, y muestra su corazón lleno de sentimientos, no como aquellos que piensan que poseen la verdad, que hasta Dios les pertenece.
Leamos despacio este Evangelio, y estemos con el Señor.
José Luis, vuestro Párroco