Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo II del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Is 49, 3.5-6; Sal 39; 1 Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34.
Seguimos al comienzo del Tiempo Ordinario con la invitación bíblica a contemplar al Maestro.
Por un lado, Isaías el profeta insiste: presenta al siervo de Dios, y presenta su misión: ser luz, traer paz. Muy unido al deseo de Pablo al comenzar la carta a los cristianos de Corinto: desear la gracia y la paz que brotan de Dios.
Por otro lado, el Evangelio nos presenta directamente a Jesús: El es el cordero que quita el pecado, el mal, del mundo, el hombre lleno de Espíritu.
Hoy podemos leer despacio estas lecturas, saborearlas y contemplarlas, y admirar a Jesús: Él es el siervo de Dios que trae la salvación al mundo entero, que trae la paz, que quita el mal de este mundo, el hombre lleno de Espíritu. Estemos con Él, y dejémonos llenar por Él.
José Luis, vuestro Párroco