Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes II del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 3, 18-22.
Un Evangelio curioso acerca de la autenticidad de nuestra relación con Dios.
Jesús vive la relación con el Padre desde el amor. Ese amor tan intenso le lleva a la alegría. Una alegría semejante a la de un banquete de bodas, donde la gente está feliz por el paso que dan los novios, un paso motivado por el amor…
Jesús se siente como el novio que se une a su esposa (la humanidad) El Padre prepara un gran banquete nupcial: ante este amor tan grande, un amor que vivifica, ¿puede haber lugar para desear ganar al Padre, sabiendo que «ya está ganado», que ama a cada persona intensamente, que nos ama a cada uno? El ayuno casi desea «dar pena a Dios»…¿vale la pena hacerlo? ¿No será mejor vivir el amor del Padre, como hace Jesús?
Hoy el Señor nos llama a caer en la cuenta de ello: vivir como Él ese amor intensamente. Estemos con Él, aprendamos de Él.
José Luis, vuestro Párroco