Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la semana V de Cuaresma. Ciclo A
Lecturas: Ez 37, 12-14; Sal 129; Rom 8, 8-14; Jn 11, 1-45.
Dios mismo se nos revela como quién va a levantar Él mismo la losa de nuestros sepulcros. Según el profeta, será Él quién nos sacará de la muerte a la vida.
Pablo en su carta a los Romanos vuelve a afirmar como el mismo Espíritu de Dios nos vivifica.
El Evangelio es mucho más radical: Jesús se revela como el Señor de la vida.
Si vamos leyendo poco a poco este pasaje evangélico descubriremos como Jesús se muestra plenamente humano: vive la amistad, el amor, el dolor, se conmueve ante el dolor de las hermanas, llora ante la muerte de su amigo, confía totalmente en el Padre.
Jesús, la persona, el hombre, que confía en el Padre, que sabe que le escucha.
Podemos leer esta narración bellísima, cargada de sentimientos, y contemplar cómo es el Señor. Estemos con Él; Él está en nosotros. Dejemos que su Presencia y su Gracia nos llene y nos empape.
José Luis, vuestro Párroco