Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana VIII del Tiempo Ordinario.
Jueves después de Pentecostés, fiesta de Jesucristo sumo y eterno sacerdote.
Lecturas: Lc 22, 14-20. .
Una fiesta entrañable: fuera ya del ámbito de la Pascua, hoy se nos invita a contemplar al Señor que se entrega al Padre confiadamente por todos. No ofrece nada, sino que se ofrece a si mismo. Se ofrece al Padre y se ofrece a toda la humanidad. Por ello es sumo y eterno sacerdote.
Me gustaría quedarme tan solo en una frase que nos puede orientar para descubrir un día más el corazón del Maestro Entregado: «he deseado enormemente…»
El corazón de nuestro Dios desea de todo corazón entregarse para dar vida por puro amor hacia nosotros, hacia toda la humanidad.
Hoy podemos leer despacio este Evangelio, y saborearlo desde ese amor incondicional que Dios nos tiene. Tanto que se ofrece y se entrega totalmente. Por ti, por mi, por todas y cada una de las personas, por toda la humanidad.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco